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miércoles, 1 de marzo de 2017

Marea nocturna

La sirena y el monstruo de la sugestión. La bella y la bestia conjugadas en un mismo cuerpo protagoniza 'Marea nocturna' (Night tide, 1961), de Curtis Harrington, extensión de un relato breve, 'The secrets of the sea', escrito por el propio director, el cual había vendido en forma de argumento en 1956 a Roger Corman con el título 'The girl from beneath the sea'. Su inspiración, la obra de Edgar Allan Poe: un texto de 'Annabel Lee' clausura el relato antes de los títulos de crédito finales: "And so, all the night tide, I lie down by the side of my darling - my darling - my life and my bride, in her sepulchre there by the sea, in her tomb by the sounding sea." (Y así, durante toda la marea nocturna, yazgo junto a mi amada —mi amada— mi vida y mi prometida, allí en su sepulcro marino, en su tumba en el melodioso mar). Como motor dramático es fundamental, en la motivación de los personajes, en la manipulación que se ejerce sobre otros, o en las expectativas, la proyección romántica. Un marinero, Johnny (Dennis Hopper), se enamora de Mora (Linda Lawson), quien representa a una sirena en una atracción de feria. Además, vive en un piso situado sobre el tiovivo. Es apreciable el influjo de 'La mujer pantera' (Cat people, 1943), de Jacques Tourneur. También hay una mujer, de ambigua condición siniestra que habla en lengua extranjera a la protagonista femenina, en este caso en griego. El sentimiento de la ilusión, la ingenuidad romántica, enturbiadas por leyendas siniestras.
La narración se perfila, o se estira, sobre la insinuación y la graduación de detalles que introducen extrañeza alrededor de Mora (y en paralelo sobre qué proyecta o discierne Johnny, en qué reflejos se extravía su percepción, o sobre qué reflejos se generan sus sentimientos). Esos detalles generan y sedimentan una ambigüedad con respecto a su real condición, ya sea porque los personajes no explicitan en principio el por qué de su reticencia a mostrar entusiasmo con respecto a la relación de Johnny con Mora, o por detalles peculiares (la gaviota que se acerca con tanta facilidad a Mora colocándose en su regazo cuando está desayunando con Johnny, lo que incrementa la impresión de Mora como criatura peculiar, su cercanía con otras criaturas animales que no parecen mostrar recelo) hasta que se define el por qué de las sospechas y de los temores. Por un lado, hay quien piensa que Mora puede ser la autora de las muertes, por ahogamiento, de sus dos anteriores novios, por lo que temen que pueda ser el mismo destino de Johnny. Y por otro lado, se insinúa la posibilidad de que realmente Mora sea una sirena (incluso, parece creerlo ella misma). Con respecto a lo primero resulta significativo que quienes se muestran más recelosos se revelen interesados emocionalmente en alguno de los componentes de la pareja que forman Mora y Johnny, caso de Ellen (Luana Anders), la hija del dueño del tiovivo, y del capitán Murdock (Gavin Muir), el patrón de Mora, quien, como se revelará al final, está enamorado de ella.
Más aún, se revelará que ese amor que siente el capitán Murdock es la raíz de que tejiera un relato fantástico para sugestionarla, desde que la encontrara en una isla griega cuando era niña, haciéndola creer que pertenecía de verdad a una saga de sirenas.Por un lado, en Johnny la sugestión como ofuscación, y por otro, en el capitán Murdock, la sugestión como modo de control. Una estratagema de sugestión que resultó tan eficaz que Mora misma se convenció de su realidad. Por ello, determinará que tema que vaya a matar a Johnny cuando haya la próxima noche de luna de llena, cuando la marea nocturna sea más poderosa, porque durante noches de luna de llena fue cuando acontecieron los asesinatos de los dos novios anteriores. Aunque ignora que realmente los crímenes fueron perpretados por el propio capitán Murdock. El dueño de la atracción ferial, el director de una puesta en escena, lo había sido también de otra puesta en escena en el espacio de la realidad, de los sentimientos. La actriz que utilizaba como sirena (que se mostraba como atracción ferial) también se creía sirena, monstruo, en la vida real por la manipulación de sus relatos. Las apariencias sugestionadoras para el público resultaban aún más persuasivas en el espacio real, y al final también letales. Por dominar a la mujer que ama, determina, en su caso sin pretenderlo, su muerte. Él era el real monstruo que no se mostraba. Su monstruosidad, manipular y querer dominar la realidad, o la ilusión de realidad, y la voluntad de los otros.

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