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jueves, 11 de septiembre de 2014

Odiseas en la oscuridad: Libranos de los posesos del whatsapp y Sacro mechero de la mujer de la limpieza

La semana pasada, en el pase de prensa de 'Líbranos del mal', entrabas en la oscuridad de la sala y te encontrabas junto a la pantalla a una figura embutida en un chaleco de fuerza que emitía sonidos ininteligibles. O sea, un actor contratado por la distribuidora interpretando a un poseído. Quien entraba podía pegarse un susto, pensar que se había equivocado de sala y había interrumpido alguna actuación o el trance de algún crítico que había sufrido un colapso. Esta mañana, en el pase de prensa de 'Sacro Gra' tuvo lugar otra involuntaria actuación en la oscuridad que no dejó de tener su gracia. Ya comenzada la proyección, una mujer, vestida de blanco y de corpulenta figura, surge de unas puertas junto a la pantalla y con tiento se acerca a la mesa donde se habían colocado unos vasos para la posterior intervención del cineasta. El trayecto, cercano a la odisea, implicaba subirse a una tarima. Con lo que, a la vuelta, tras haber pasado la bayeta sobre la mesa en la oscuridad, la mujer retorna. Y como sabe que tendrá que tiene que controlar cuándo tiene que descender de la tarima, utiliza un mechero que enciende intermitentemente para guiarse en la oscuridad, y no meterse un notable leñazo que, probablemente, nos 'distraería' de la contemplación de la película. La odisea tuvo final feliz y desapareció por las puertas laterales. A quien quizá no hubiera distraído su caída es a la chica que tenía en mi misma fila y que, ya comenzada la proyección, estaba más concentrada en su móvil y un febril envío de mensajes vía whatsapp. Dado que parecía inacabable su trance de poseída, tuve que llamar su atención.con un gesto, al hecho de que es un poco molesta la luz de un móvil mientras se contempla una película. Claro que, de modo más furtivo, no dejó durante la proyección de echar vistazos a su móvil o de enviar mensajes, a veces ocultando la luz y en otras no (consecuencias del trance de estar poseída). Al finalizar la proyección, cinco minutos después, coincidí con ella en una calle. No puedo decir que me sorprendiera que siguiera su mirada prendida en el móvil enviando algún mensaje mientras caminaba sin colisionarse con nadie. Poco después, pasé junto a una taller de posticería. Pero esa es otra historia.

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