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sábado, 13 de julio de 2013

World war Z

 photo OIR_resizeraspx6_zpsd0d43788.jpg 1.Figuras que corren en un paisaje. Una modalidad es la persecución. Unos corren delante, porque no quieren ser capturados o interceptados por los que corren detrás suyo. Es como una competición, pero sin medallero, ni consigna de marcas. El incentivo para que no dejes de correr es que tu vida puede estar en juego, aún más acuciante si los que vienen tras de ti son integrantes, sin dorsal, de una manada de zombies o no muertos o muertos vivientes, ya que son criaturas muy viscerales que no suelen atender a razones. Se mueven por apetencias, tienen ganas de comerte y punto. No soportan que tú estés tan lozano y ellos en fase de descomposición. Antes solían moverse con más parsimonia, tanta que dudabas si padecían algún tipo de trance catatónico, como era el caso de aquel siniestro cancerbero de mirada fija y globos oculares inflamados, o de la esposa que se desplazaba cual espectro, en la sublime 'Yo anduve con un zombie' (1943), de Jacques Tourneur. Sus movimientos, durante tiempo, parecían más bien espesos, torpes, o desencajados, como si les faltara carburante,y avanzaran renqueantes. Por eso, correr podía ayudar. Protestaban con sus sonidos guturales, porque la competición no parecía justa. Hasta que, para regenerar la carne muerta del género, se decidió que podían correr como posesos, incluso dejando atrás a plusmarquistas de los cien metros lisos. Probablemente,como Forrest Gump,se pasarían tras cruzar la meta, pero no supondría problema si delante tenían materia que morder, desgarrar y deglutir. Sus sonidos ya no son tan guturales, asemejan más al graznido de un ave rapaz o de un velocirraptor. No protestan, amenazan.  photo OIR_resizeraspx4_zps20ef4883.jpg En 'Guerra mundial Z' (2013), de Marc Forster, no corren, se propagan. Más que zombies, parece una plaga que se contagia casi a la velocidad de la luz. La infección mordisco es en masa, como la ola de un tsunami que devasta un territorio con su impetu incontenible. El protagonista, Gerry (Brad Pitt) no deja de correr, o más bien se puede decir que no deja de moverse. En una secuencia le dice a un hombre que ha acogido a él y su familía que, como aprendió en sus viajes en Africa, la naturaleza te enseña que no hay que dejar de moverse si quieres salvar la vida. Si te detienes, la ola o la infección te ha engullido. Gerry corre, se desplaza, se mueve, de un país a otro, buscando la solución que logre que la propagación o infección se detenga, de un modo u otro, mientras tras él una ola infectada se cierne constantemente como una marabunta de instinto desaforado que desactiva toda noción de seguridad e inmunidad. O gana la vida,o esta se pierde definitivamente.  photo OIR_resizeraspx2_zpsd906ee37.jpg 2.Hay películas que corren, con las que se puedes decir que haces deporte. Son trepidantes, aprietan el acelerador y no lo sueltan, y saben como usar el embrague. Son películas de músculo, aunque a veces lindan peligrosamente con lo mecánico. Las hay que te atropellan. Películas que te avasallan, en la que, en sus secuencias de acción, no llegas a saber donde están unos y otros. El montaje parece hecho por una batidora, y tú se sientes una zanahoria zarandeada en su interior, hasta que acabas siendo pulpa. 'Guerra mundial Z' pertenece a la primera especie. Es puro movimiento. Modula su músculo impecablemente, sabe cuándo acrecentar la velocidad, y cuando aminorar. Significativamente, su set piece final se desarrolla con un medido tempo lento. Hay dos variantes de secuencias de acción, ya establecidas en las secuencias iniciales en la ciudad, New Jersey. Situaciones tipo que ya hemos visto en otras obras con zombies, pero a las que logra dotar de una intensidad, que en algún caso consigue que lo que ha llegado a saturar, por recurrente, se experimente como si fuera la primera vez. Una es la de cientos de personajes huyendo de la manada de zombies que se propaga en un visto y no visto.  photo OIR_resizeraspx_zps61472369.jpg A mitad película, tendrá lugar una secuencia más dilatada, y brillante, en otra ciudad, que es arrasada e infectada como si un vaso se desparramara y empapara una superficie, e incluso, como complemento más breve, otra en un avión. Esa rapidez de propagación o infección me recordaba a una excelente secuencia de 'Lifeforce, fuerza vital' (1985), de Tobe Hooper; en concreto, aquella secuencia en la que un personaje entra en una base de mando, en la que todos están indemnes, aunque advertimos ya algún detalle inquietante, y cuando sale detrás suyo aparece ya un primer infectado. El otro tipo de secuencia es el que se suspende, se tensa, con lo incierto, jugando con los sonidos, con las figuras entrevistas. Personajes que se desplazan entre pasillos, sin saber lo que les espera en cada esquina o cuando crucen una puerta. Esta opción será la elegida para la larga secuencia del desenlace. Hay quienes lamentan que no haya visceralidad, sangre, mordiscos, gore a raudales (como si convertirse en 'carne' de blockbuster supusiera la degradación o pasteurización de la figura del zombie). Quizá porque lo importante no es que desgarren o devoren cuerpos, sino que te alcancen y transformen con la infección que inoculan con su mordisco, que posean tu cuerpo, que lo enajenen, como los ultracuerpos.'World war Z' es puro movimiento, como el de la vida que no quiere dejar de latir.  photo OIR_resizeraspx7_zps84ed0d73.jpg 3.A Marc Forster también parece que algo le persigue, como si fuera a perder algo, como si pareciera que algo algo ha perdido en su carrera. O es lo que muchos señalan con respecto a la deriva de su filmografía. Sus notables primeras obras giraban alrededor de la pérdida, desde su espléndida 'Monster's ball' (2001) a las sugerentes 'Descubriendo Nunca jamás' (2004) o 'Tránsito' (2005). Personajes que se confrontaban con la muerte, con la finitud. Con 'Quantum of solace' (2008), parecía que el músculo asfixiara a los personajes, a su densidad dramática, cuando en sus anteriores obras eran el substrato sobre el que se propulsaba y sostenía. Tanta persecución por aire, tierra y mar parecía atropellar el trayecto alquímico que vivía el personaje principal, Bond. Pese a su irregularidad, o desequilibrio, resultaba mucho más sugerente que cualquier artefacto hueco realizado en la saga antes de la llegada de Daniel Craig. Y quizá, por otro lado, no dejaba de ser coherente ese ritmo en desaforada precipitación, acorde a cómo se sentía Bond, ya incapaz de conciliar el sueño, alguien desbocado en su interior, furia que necesitaba ser satisfecha con la venganza, aunque al final lograra discernir que el luto de la pérdida lo había enfangado con el sentimiento de agravio por la decepción.  photo OIR_resizeraspx5_zpsc60cbb56.jpg En 'Guerra mundial Z' se acrecienta la sensación de que no son los personajes quienes propulsan la narración, limitados a la condición de 'conductores'. El único personaje con cierta entidad es el de Brad Pitt. El resto, pasajeros provisionales de estaciones en el viaje. La esposa e hijas más bien parecen un apósito dramatúrgico, la mera corporeización de un hogar al que retornar en una odisea que no se sabe qué término tendrá, si es un carrera hacia el infinito, o hacia la desaparición, la pérdida. También sirve, irónicamente, el personaje de la mujer, para crear una situación de amenaza cuando realiza una llamada telefónica en el momento más inadecuado, cuando Gerry está rodeado de zombies muy sensibles al mínimo sonido. La voz se convierte en el emblema de la conciliación, del hogar, de la vida, y armonía, el sonido estridente en el estimulo de los instintos desbocados. Pero aunque la falta de complejidad dramática, de relieve de caracterización, limite el alcance de la obra (como ha sido limada o sustraída la mordacidad presente en la novela adaptada sobre las ineptitudes de los gobiernos, la corrupción corporativista o la cortedad de miras del ser humano), el hecho de que el personaje de Gerry se convierta, ante todo, en personaje conductor, tampoco propicia que se atasque en el mero resorte mecánico.  photo OIR_resizeraspx3_zps2b00fff8.jpg Gerry es un arquetipo en movimiento, como la narración es puro movimiento. La narración fluye, la impulsa, como la flecha de un arquetipo, esa perseverante ansía de encontrar una solución, una respuesta a una interrogante. Quizá no la halle, quizá no se descubra por qué esta infección, dónde se originó, cuál era el paciente cero, porque lo importante, lo fundamental, es el movimiento, no dejar de estar en movimiento, no dejar de preguntarte, de buscar soluciones. Porque, detalle significante, Gerry se salió de la circulación años atrás, cuando abandonó su labor como agente de la ONU en diversos países del Tercer mundo, cansado de ver cómo se propagaba la corrupción, la cual denunció antes de dimitir. Dejó de estar activo, se detuvo, se quedó al margen, desilusionado, decepcionado. Dejó de intervenir en la vida, se replegó. Quizás sea la corrupción la que no ha dejado de propagarse. Quizá por eso hay que estar en movimiento. Si te detienes, te aletargas, te corrompes, te infectas, sea por indiferencia, o porque la rapacidad te resulta muy provechosa, y para qué cambiar (no deja de ser mordaz la metáfora implícita en la solución que se encuentra, pero que no voy a desvelar o desentrañar; verbos por cierto suplantados por 'infecciones linguisticas' como 'spoilear'). Esta no es una película de zombies, es una película sobre la recuperación de la ilusión.

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